Al momento de recibir los resultados, las palabras del médico empiezan a escucharse lejos y confusas. En cambio, en tu cabeza, todo parece acelerarse: tengo artritis.

¿Y ahora?

El miedo al dolor y el fantasma de la incapacidad nos asaltan. Frente a esto, es importante que difundamos información verificada, evitando caer en mitos alarmantes.

La artritis es una enfermedad crónica para la que todavía no hay cura, pero en la que es posible alcanzar la remisión, es decir, lograr que desaparezcan los síntomas y que el paciente pueda volver a hacer una vida normal.

Es un trastorno inflamatorio autoinmune y crónico, que ocurre cuando el sistema inmunitario ataca por error los tejidos del cuerpo. Los principales síntomas son la rigidez articular y la inflamación.

En una primera etapa suele afectar las articulaciones más pequeñas, especialmente manos y pies. Puede aparecer en cualquier etapa de la vida, aunque la media de edad son los 40 años.

Debido a su condición de autoinmune y crónica, es de suma importancia tener un seguimiento médico y un tratamiento que acompañe a la enfermedad en todas sus etapas, buscando la mejor opción para cada persona.

Hoy en día, el objetivo de los profesionales abocados a la atención de esta enfermedad es buscar su remisión. En la última década, se han producido grandes avances en el tratamiento de la artritis reumatoide. En esta búsqueda, es importante que el paciente no se resigne y acepte sin más que es normal sentir dolor.

Una vez definido el diagnóstico, queda encontrar el tratamiento ideal que acerque al paciente al mayor estado de bienestar.

Es importante conocer el abanico de opciones, y saber que la constancia es un elemento clave para hacer frente a esta dolencia.

«No te resignes. No aceptes el dolor, la incapacidad. No pienses que es normal».
Jessica González Betanzos, paciente de artritis reumatoide.

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